Hace unos días me dirigía en coche hacia Sevilla cuando en la radio emitieron una de las últimas entrevistas de María de Villota en vida. En su momento quedé conmocionado con la noticia de su muerte, pero realmente es indescriptible la sensación que se le queda a uno cuando ve como alguien tan lleno de vitalidad y con tanto optimismo se va tan joven.

 

Año a año nos encontramos con sucesos que nos devuelven, aunque sea momentáneamente, a la realidad. En estos últimos tiempos se han ido muchos amigos y compañeros de profesión. En todos los casos hay cierto prisma de aviso a navegantes. La vida es algo más que ir de partido a partido y pensar de tres en tres puntos.

 

El caso de María es algo diferente. Se trata de una persona que tras superar un trance durísimo, retoma la vida con más fuerza que nunca. Se convierte en una persona que destila optimismo, naturalidad, pero sobre todo valores y ganas de vivir.

 

 

Su fallecimiento nos recuerda que la vida es mucho más que deporte o metas. Y aunque su estancia entre nosotros ha sido mucho más que corta de lo que todos deseamos, su legado perdurará en el tiempo.

 

 

Descansa en paz.