La hoja de ruta está repleta de nuevos escenarios. El Caso Bosman cambió el mapa en su momento; la FIFA ha evitado recientemente la especulación con los fondos de inversión. Fútbol y economía van de la mano. Son múltiples los factores que dan evolución al mercado. Entre ellos, la protección de nuestros jóvenes deportistas. Impedir fichajes de menores de 16 años es uno de los diques de contención de FIFA para fomentar canteras y talento, de jugadores y estructura técnica.

El fútbol profesional en España representa más de 1,37 % del Producto Interior Bruto (PIB). Las pérdidas provocadas por la pandemia sobre la economía mundial están siendo devastadoras. Pero el fútbol se levanta. Francia ha suspendido su Liga. Sin embargo, Alemania, Inglaterra y España ultiman su vuelta. Podría darse el caso, que reanudada la competición, algún jugador diera positivo por COVID-19, ¿qué pasaría entonces?. El Ministro del interior de Alemania, señaló que, en ese caso, los jugadores de los dos equipos y los miembros del cuerpo técnico estarían aislados durante dos semanas, con la consecuente paralización de una parte de la competición.

Y aquí aparece la confianza, clave en el mundo de la economía. Cuanta menos confianza y más incertidumbre, más problemas para la industria del fútbol, ahora a puerta cerrada. Los ingresos de taquilla son importantes aún. Un día de fútbol alimenta el consumo y el tiempo de ocio en el estadio.

Dos ejemplos. El Real Madrid maneja ingresos de 161 millones de euros en la campaña 19-20 por venta de entradas. Un 19,5 por ciento del total. Y el FC Barcelona suma 173 millones de euros, que representa un 19,7 del total de ingresos. En marketing, el FC Barcelona alcanza 420 millones -48 por ciento- y el Real Madrid 371 millones -45,13 por ciento-.

Son cifras notables, que se resienten en la nueva normalidad que se vislumbra a corto plazo. Y en un marco global de restricción de movilidad que resta consumo, con un menor gasto de las familias debido a la crisis económica que atraviesa la sociedad, y una bajada de las aportaciones de los patrocinadores, afectados por la atmósfera financiera post-coronavirus.

Este es el mejor escenario posible. El peor es que no se disputen las competiciones y se den por suspendidas o acabadas, como ya ha sucedido en Francia. En este escenario hablamos de pérdidas en alguna liga de miles de millones, como por ejemplo la Premier League con estimaciones que rondan los 1.000millones de libras de pérdidas; 750 millones la Bundesliga, LaLiga española con cerca de 700 millones o la liga italiana con 250 millones.

Un entorno, difícil de valorar pero que podría suceder, es empezar y suspender por motivos de salud. Este escenario sería frustrante. A nadie de la familia del fútbol le gustaría encontrarse una medida así. El retroceso en la imagen de la competición y el descenso en las partidas de marketing y patrocinadores podría ser descomunal. Alguno diría si eso ocurriera que se prefirió primar el negocio por encima de la salud, incluso jugando sin público.

Pero el fútbol siempre está asociado a la energía positiva. Es conveniente observar detalles que engrandecen nuestro deporte. Y ponderar como los clubes cuidan el lado social en plena pandemia.

Hay múltiples apuntes interesantes que poner de relieve. Entre ellos, que la final de la Copa del Rey que deben jugar Athletic y Real Sociedad se quiera jugar con público. Todas las partes, de acuerdo. Más tarde o más temprano, habrá final con gente en la grada. El ganador tiene asegurada plaza en la Europa League, con todos los beneficios que el título conlleva. Y los clubes renuncian, poniendo por delante la ilusión de sus aficionados. Merece la pena la espera. No todo es negocio. Este es un ejemplo. El fútbol ya ha cambiado, pero no para todos.

Joaquín Caparrós