Ya han pasado unos días desde el fallecimiento de Manolo Sanchís. Han sido unas jornadas en las que muchos recuerdos me han inundado la cabeza ya que ha sido una figura esencial en mi carrera deportiva y, por ende, en mi vida.

Por todo ello quiero dedicar unas palabras a su figura, tan importante para el fútbol español en general y el madridismo en especial.

En primer lugar quiero comenzar expresando mis condolencias a toda su familia, a sus hijos y ex compañeros. No pude acompañarlos en la despedida a Manolo ya que me encuentro en Qatar, pero es algo que hubiera querido hacer y que sin duda merecía.

Puedo decir abiertamente que Manolo Sanchís es “mi entrenador”, aquel de quien más aprendí y con el que compartí innumerables momentos. Fui parte de su plantilla tanto en el juvenil del Real Madrid como el año que realicé la pretemporada con el Castilla.

Recuerdo vívidamente los consejos que me brindaba, las paellas que compartíamos en el equipo, cuando llevaba a su hijo Manuel a la ciudad deportiva (con todo lo que vino después) o el aprendizaje a través de sus experiencias, como cuando nos hablaba de cómo afrontar momentos importantes como la disputa de una Copa de Europa con el Real Madrid.

Un día incluso se presentó en casa de mi padre para hablar con él y preguntarle sobre  mí, con la idea de conocerme mejor y que esa información le ayudara a hacerme crecer como futbolista y como persona.

Inolvidable también un mítico viaje a Portugal junto a Isidoro San José, Magdaleno, Martín Roales, Castañeda, Emilio de la Riva o Casuco.

En definitiva, Manolo Sanchís es una persona que me ha marcado y que siempre llevaré conmigo. Además, con el orgullo de poder decir que nuestra relación traspasó lo puramente deportivo, hasta el punto que, por ejemplo, fue la primera persona a la que le dije que me tenía que casar (con apenas 18 años) y me ayudó en todo lo que pudo.

Me duele que te hayas marchado Manolo, pero no dudes en que nos has dejado una imborrable huella a tu familia, amigos y ex compañeros.