Os garantizo que la grandeza del fútbol no sólo se mide por títulos, sino todo lo que lo rodea, en especial por los sentimientos que aportan sus seguidores año a año y competición tras competición. Hablo fundamentalmente de ilusión, alegría y entusiasmo, sentimientos que hacen posible que el fútbol brille cada día con más intensidad.

 

Recordando que el juego es de los jugadores y que el fútbol es de todos, lo que compartimos a menudo es sentimiento y pasión.

 

Durante nuestro camino y trayectoria, vemos y observamos que estos sentimientos sirven de puente para conectar personas de diferentes ciudades, culturas, formas de pensar, equipos, colores…hasta tal punto que en ocasiones se hace indispensable admirar a esos seguidores capaces de ofrecer algo más que un sentimiento a unos colores determinados sin esperar nada a cambio.

 

Esto, sin duda,  hace más grande al fútbol, siendo además una de las claves de su  éxito, porque el entusiasmo tiene una capacidad asombrosa de influencia directa en los demás y una cualidad inigualable: el contagio a los demás.

 

Los párrafos anteriores me van a servir para presentaros ahora a Eider, Aitzol, Urko, Ugaitz, Eukene y Josune,…la familia Martija.

 

No son “simples seguidores” de nuestro deporte. Uno puede pensar acertadamente que sentir apego a unos colores es el inicio para ser incondicional de un club. Sin embargo para seguir a personas determinadas relacionadas con el deporte no basta con entusiasmarse por una camiseta, se necesita algo más. En este caso nos encontramos con una familia que cree fielmente en la posibilidad de  generar unos lazos de unión  con determinados actores del universo fútbol a partir de las iniciativas marcadas por los pequeños Ugaitz y Urko.

 

Pequeños y grandes, la amama, la amatxo y  los txikis, organizan sus desplazamientos y aprovechan cualquier oportunidad para cambiar sus turnos de trabajo o programar sus vacaciones con tal de compartir unos minutos al lado de unos técnicos a los que admiran, viajando de una ciudad a otra, desde Bilbao a Mallorca, pasando por Isla Canela o Valencia.

 

Los Martija son capaces de pedir para Reyes o el Olentzero, un viaje para ver a Caparrós, Luci y Llopis entrenar y hacerse una foto, mientras estos últimos disfrutan viendo cómo van creciendo estos niños y la unión se va haciendo cada año mucho más grande. Por todo ello, entendemos Luci, Luis y yo que esta es la manera perfecta de expresar todo el agradecimiento y la admiración que esta gran familia nos merece.

 

No tenemos palabras para describir lo que se siente al recibir el documento que adjunto a continuación. Se trata de un trabajo para clase de Ugaitz de apenas 5 años en el que tiene que describir una actividad a lo largo de un día. Él decide que quiere hacerlo sobre un día de entrenamientos del Levante, exponiendo el trabajo tanto de Luis, como de Luci y mío. Sobrecogedor.

 

 

 

 

Queremos desde este blog agradecerles el enorme esfuerzo que permite que estemos conectados emocionalmente cada día, ya que este elemento sirve para hacer un poco más grande este fútbol que tanto nos gusta y apasiona.

 

Gracias